Cocido de res y recuerdos: El legado culinario de la abuelita

Recuerdo que la abuelita le preguntaba al abuelo que quería almorzar ese día, quizás con ánimo de agradar y consentirlo. El abuelito le contestaba “lo que sea de tu voluntad, aunque sea un caldito de res”, respuesta que daba lugar al siguiente proceso: la abuelita iba al mercado a traer los ingredientes, después de haber leído la Prensa Libre y haber llenado su crucigrama del día.

Al regresar a casa, ponía a asar los huesos o costilla de res, para luego cocinarlos en agua con su apio, tallos de cebolla, ajo y puerros. Finalmente, al estar todo cocido, se dejaba enfriar el caldo para desengrasarlo. Mientras tanto, se preparaban las verduras: zanahorias, guicoy, papa, guisquiles, peruleros, elotes y repollo. Cada una de ellas se iban poniendo de acuerdo al tiempo de cocción necesario, la abuelita sabía bien cuándo ponerlos para que quedaran al dente.

Luego, estaba listo el “caldito de res” o cocido guatemalteco, que se servía con
cebollita y cilantro picados, aguacate y sus correspondientes tortillas recién salidas del comal. Con un poco de suerte, para la cena teníamos Fritanga, cosa que a todos nos encantaba.

La comida guatemalteca bien hecha, requiere tiempo, dedicación y la selección de los ingredientes más frescos, esta es su esencia.

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