El origen del mazapán es culturalmente diverso, pues como todo lo bueno, encuentra un hogar en cualquier lugar.

Sin embargo, cuenta la leyenda que en tiempos de Al-Ándalus hubo un califa que contrajo matrimonio con una princesa escandinava. La joven princesa se vio obligada a vivir en tierras del Mediterráneo y a extrañar los paisajes nevados de su lugar de origen. El hombre, desesperado ante la tristeza de su esposa, mandó plantar miles de almendros alrededor del palacio, que al florecer los almendros pintaron el paisaje de blancas pinceladas, consiguiendo que la princesa recuperase la sonrisa. Se dice que como resultado de tan romántica gesta los aldeanos de la zona comenzaron a recoger y elaborar productos con las almendras, elaborando los primero mazapanes y muestras de turrón.

En “Las Mil y Una Noches” se le menciona como un poderoso alimento que permitía soportar los Ramadán.   Etimológicamente hablando, la palabra puede derivar del árabe “mantthaban” que era el recipiente donde se guardaba la pasta de almendra.

Fue en la era cristiana cuando la tarta de almendra se incorpora a la celebración de la Pascua bajo el nombre de “pan martius” o sea, pan de marzo, en italiano “marzapane”.

En España se cuenta, que las monjas del convento de San Clemente, Toledo, lo inventaron para calmar la hambruna y dar de comer a los soldados durante la guerra.  De hecho, los moldes más antiguos que existen se conservan en este convento con forma de torta.

En Guatemala, es tradicional con forma de mojarra o pescadito, quizás recordando las anguilas de mazapán de Toledo o el signo secreto que identificaba a los primeros cristianos. 

Aquí en Guatelária, elaboramos barras de mazapán de 4 onzas o las mojarras de 8 onzas que las hacemos bajo pedido.