¡No hay nada más rico en el mundo mundial que los frijoles!
Salen las tortillas del comal y lo primero que quiero hacer es buscar los frijoles volteados para ponerle a una y así engañar al hambre, son la pareja perfecta para los chapines.
El frijol tuvo su origen como legumbre salvaje hace más de 7,000 años, en algún lugar de Mesoamérica. Hay una leyenda maya que cuenta que el dios Kukulkan, la serpiente emplumada, quien creó nuestro mundo y a nosotros los humanos, también se preocupó por darnos alimento. Por esta razón, se convirtió en hormiga negra, para ir detrás de la hormiga roja y conseguir el maíz que nos daría la fuerza. Sin embargo, el maíz no era suficiente, Kukulcan quería sacar el maíz negro, el blanco, el frijol, la chía, el chile y todos los alimentos que había en el cerro de la subsistencia, para lo cual llamo a Nanahuatzin –el quinto sol- para que destrozara el cerro con sus rayos y los dioses de la lluvia arrebataran el alimento que allí escondido había.
Después de tanta poesía, no faltan las ganas de mencionar las variadas formas en que los guatemaltecos nos comemos los frijoles negros:
primero el caldo de frijol, luego, los frijoles parados, le siguen los frijoles colados y si tenemos suerte, llegamos a los volteados.
En Guatelaria también hacemos los frijoles colorados, que a nosotros nos gustan con costilla de cerdo y aderezados con chorizo ahumado. Con el frijol blanco nos pusimos creativos, hicimos un delicioso hummus y la infaltable, la estelar… Piloyada Antigueña
¡qué manera de hacer tan ricos los frijoles!
¿Y a tí cómo te gustan los frijoles?